31/3/13

CRÍTICA AL TELETERRORISMO VOL.I

"Nuestro discurso político está ahora anegado de enormes abstracciones que inmovilizan el pensamiento, desde el terrorismo, el comunismo, el fundamentalismo islámico y la inestabilidad a la moderación, la libertad, la estabilidad y las alianzas estratégicas, todas ellas tan poco claras como potentes y nada refinadas en sus apelaciones" Edward W.Said

Tras leer esta cita, me dí cuenta que debía compartirla, ya que llevaba mucho tiempo enmudecida. ¿Por qué? Pensé. La respuesta más fácil sería el miedo; pero, ¿de qué tenía tanto miedo? Creo que existe una pandemia que es común en cada uno de nosotros, una enfermedad que se propaga y echa raíces fortaleciendo los síntomas del terror, que nos paraliza, sin saber por qué. En las últimas semanas he intentado encontrar individuos que tuvieran estos mismo síntomas, para saber si, efectivamente, era algo común. Pero eso no me contestaba el por qué de esa necesidad de gritar y de seguir callados por temor a un castigo a diferenciar, a no encajar, a no hacer las cosas bien para tener una posibilidad en el futuro.



Sin embargo, también me encontré con otros que les resulta sorprendente cuando alguien te mira con cara extrañada cuando le hablas sobre la sociedad del miedo, esta que vivimos para poder ser un buen público, silencioso, quieto y completamente insensibilizado, que es capaz de aguantar la mirada incansablemente y tragarse lo que le echen. Parece que es una verdad innegable que nos atemorizan tanto que tratamos de negarlo, para no ser consciente de nuestro trauma. Es como un gran elefante rosa, o mejor dicho, como un horrible monstruo del armario, que no nos deja dormir, nos hace pensar si solo somos nosotros lo que lo vemos y preferimos pensar en cosas intelectuales, que nos aleja de estos instintos primitivos, o banales, siempre y cuando nos aleje de la consciencia.

Algo que creo que tiene mucho que ver con este tema es cierto debate en la televisión, que estuve viendo ayer por la noche, en el cual me pareció sorprendente como se juega con la situación actual, criminalizando a unos, arropándose otros de libertad de expresión cuando hacen demagogia y exigiéndonos ser dóciles, porque sino, perdemos credulidad. Era bastante llamativo ver colaboradores que eran completamente contradictorios con su argumentación: primero decían una cosa, pero luego se contradecía para caer en gracia. Esto me recordó bastante a una frase de Groucho Marx, "estos son mis principios, sino te gustan, tengo otros". De este modo, una realidad pasó a ser un drama y una criminalización  a un verdadero circo cómico en donde dos frentes berreaban como perros, muy común y propio en, esta, nuestra telenación. 

Quiero dejar algo bien claro, puesto que muchos intentaran tachar este texto como afiliada a unos u a otros; del mismo modo, que cuando hablo de poder, es un concepto que es independiente de su postura política, puesto que el poder existe en cualquier bando, incluso en aquel que no está dentro de esa dicotomía predominante. Quiero alejarme de toda esa contaminación que nos aliena constantemente desde los medios de comunicación y la cultura que nos construye obligatoriamente a través de esas directrices, supeditadas por la gran trinidad de verdad/bondad/belleza. Esto no es más que una opinión personal, más cercana a la filosofía que a la ideología partidista, para contribuir de alguna manera de que se renueve la sangre y el pensamiento, de una persona que está harta de ver como el control del poder genera un pánico atroz, que consciente o inconscientemente a través de otros, nos incapacita para conseguir lo que queramos, de que nos escuche, o que se haga justicia. 

Me resulta, sobretodo, llamativo, cuando en dicho debate se hablaba de terrorismo, eso sí, solo de un único grupo terrorista por excelencia, sin ningún tipo de pudor, pero cargado de una criminalización muy parecida a la caza de brujas. ¿Qué ocurre si una persona, llena de ira, que no ha sido promovida por ningún movimiento, partido o ideología realizara un acto terrorista en contra del gobierno, como ocurre en The National Anthem, un episodio de la serie Black Mirror de Charlie Brooker? Algo muy dado en este país, es buscar causante para echar las culpas. Es culpa de un partido político; no, es del otro anterior; no, es de un banquero; no, es del pueblo; no, es... Sería absurdo, por ejemplo, echarle la culpa, si ese suceso ocurriera, a Charlie Brooker a través de Channel 4 por inducir al terrorismo, sin una ideología política dentro de un partido predominante, a un ciudadano civil. En cambio, no se pone solución, ya no buscar responsables, cuando ese otro, el poderoso, realiza leyes o sabe cuales usar para generarte a tí terror, para confundirte, para que te inmovilices, para hipnotizarte, sugestionarte y sacarte todo lo que le resulte beneficioso. Claro, ese otro, el poderoso, no hace trampas, porque sigue las normas, aunque sean ilógicas y paradójicamente ilegales.

El libro de donde está sacada la cita es The Anti- Aesthetic: Essays on postmodern culture, La posmodernidad, un conjunto de varios autores organizada por Hal Foxter y que fue editado en 1983, un año antes de esa supuesta distopia de George Orwell, en donde, ahora mismo sabrían y estarían controlando este texto y quién lo lee. ¿Es posible que no haya cambiado nada tras 30 años, sobretodo aquí, en España, donde nos recarcan constantemente que no somos nada, sobretodo la generación actual, que pensaríamos distinto si hubiéramos vivido todo lo que hubieran vivido nuestros mayores, tras una dictadura, la transición y los primeros años de la democracia? ¿En serio, tras 30 años, no somos nada, tan solo idealistas malcriados que tenemos que seguir jugando a las mismas reglas del juego que nos han impuesto, esos, nuestros mayores, aquellos que se creen con el don de decirnos qué está bien y qué esta mal, según su conveniencia? ¿Aún no hemos aprendido en 30 años a pensar por nosotros mismos y ser conscientes de qué es lo que queremos y qué es lo que consideramos que es el camino más correcto, sin pisotear a los demás y destrozando generaciones futuras? ¿Acaso estas tres décadas no han servido para aprender nada, solamente para confundirnos para que una oligarquía minoritaria nos mande a callar?

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